jueves, 3 de julio de 2008

Última estación… terminal .

Observe como lentamente sin miedo aquel señor del asiento de al lado cerraba sus ojos y se entregaba al sol de mediodía, sin temor se atrevió a sacar un brazo por la ventana de su izquierda (sabiendo que algo o quizás todo podría suceder), pero nada ocurrió entonces saco su cabeza y comenzó a susurrar una suave melodía que cantaba siempre junto al mar, sabría que ya no podría visitarlo pero jamás se iba a alejar, la gente volteaba para ver al anciano que ya nada podría hacer. Mientras su canción sonaba, me atreví a leer aquel papel que sobresalía de su maleta, y como estudiante de medicina comprendí lentamente como todo tenía sentido, como a partir de ese instante, ya ninguna nota sonaba fuera de lugar. Fue entonces que decidí no bajar en la parada que verdaderamente me correspondía, todo asunto serio aun podría aguardar. Tomando un lápiz comencé a hacer bocetos de su rostro, fueron cuatro tal vez cinco trozos de papel que viajaron junto a mis tobillos, debí suponer que jamás podría dibujar tal expresión en un papel con un movimiento casi permanente.
Unas tres paradas después tomé colores, recogí los bocetos que prácticamente yacían destrozados en el suelo, y traté de colorearlos, pensé que quizás los colores le darían la expresión a esos viejos dibujos que no hacían más que quitarme minutos en los que podría estar observando aquella alegría.
Otras tres paradas más, y yo seguía sin poder encontrar cosa semejante a su mirada, busque en cuentos y canciones, recordé viejas posesiones, en nada encontraría aquella expresión.
Cuatro paradas después, (camino cercano a la terminal), decidí tomarle una fotografía, (con una de esas cámaras en las que se puede ver todo en el mismo instante), pero aún así ni una replica exacta de él me podría dar aquello que yo veía sin mirar, observe como la paradoja se hacia familiar ante mi, como me adecuaba a esa norma no explicita que no nos permite captar aquello que solo vemos sin buscar.
Casi resignada baje en la última estación, él se dirigió hacia mi con un cuaderno de papel madera entre sus brazos, luego saco una pluma, me dijo que estaba a punto de comenzar a viajar, que recorrería el mundo aunque no pudiese ver el mar, una risa precipitada surgió por entre sus mejillas, me pidió que le escribiera cuando por fin conozca la sal de su sagrado hogar, que le mencione cada detalle, que yo encuentre al caminar. Me aseguró que leería cada carta enviada una y otra vez. Y aunque sus últimas palabras estuvieron al revés, sabría que todo estaría dicho para empezar una y otra vez. Me entregó el libro como una coartada, no entendí porque mis cartas serian sagradas, sin poder contestar, se comenzó a escapar, me regaló su última sonrisa, le entregó su destino al azar.


Observe como reía,
Sin embargo, nunca antes había visto tanta tristeza
como en los ojos de aquel hombre.

miércoles, 2 de julio de 2008

Toma de apuntes.




















Psicología.












Historia e idioma.













Fundamentos de la educación.

martes, 1 de julio de 2008

S.entido

¿Que ocurrirá cuando todas las cosas
Tengan su recuerdo inmutable?

Cuando los aromas ya no sean lindos o feos,
Solo transformadores de tiempo y espacio.
Cuando la risa se transforme en sujeto,
Y se olvide de sentir un rato.
Cuando las cosas que caen
Aprendan a flotar.
Y cuando la voz que ha quedado muda
Comience a cantar.

¿Acaso ya nada tendrá sentido?
Siempre quedan huellas en el mar.

lunes, 30 de junio de 2008

Mercredi .

Dormía mirando la ventana, con el fin de volar aunque fuese en sueños. Cerraba los ojos y la nada ya no era oscuridad, sino más bien la parte más clara de su agitado día.
¿Acaso el único camino hacia la libertad, se encuentra del otro lado? solía preguntarse.
Hasta que un día, cansada de lidiar con los discursos baratos y presiones absurdas, decidió saltar y que el destino decidiese el final de su cuento mal narrado...
Ella es ahora, un pájaro de su eterna libertad.

domingo, 29 de junio de 2008

Pequeño relato de un mundo ferpecto.

Jardines de frutos prohibidos,
Un encuentro de cielo con el mundo dormido.
Un pequeño duende que deshoja sus pasiones,
Donde las fragancias son cantos de gorriones.

Despierta que no es un sueño,
La madre tierra te ha echado sus colores,
Aunque el mundo te de por perdido,
Intenta escapar del viejo ruido.

Un sueño donde los ojos son de gatos,
Y los colores puros garabatos,
Donde las manos no tienen sentido
Y los peces descubren su propio ombligo.

Que los ojos no despierten tu apetito.
Que tus cuentos no mueran en un grito.
Hay más allá de las voces del encanto
Hay más allá y esta todo en un canto .